miércoles, 20 de junio de 2012

Legalización del Partido Comunista de España (PCE)

Legalización del Partido Comunista de España



UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA (UNED)
Asignatura: Prensa y Archivos Sonoros.
Manuel Según Alonso.
Profesora: Doña Florentina Vidal
Curso 2011/2012.
Mayo 2012

“Yo no creo que el presidente Suárez sea un amigo de los comunistas. Le considero más bien un anticomunista, pero un anticomunista inteligente que ha comprendido que las ideas no se destruyen con represión e ilegalizaciones”

(Santiago Carrillo, Tras la legalización del PCE, abril de 1977)
RESUMEN

El objetivo de este trabajo es estudiar la legalización del partido Comunista de España y la importancia que tuvo para la transición española. También ofrece una aproximación al papel desempeñado por la prensa española durante este periodo clave de la transición a la democracia. Estudiaremos la reacción de las fuerzas armadas ante la legalización del Partido Comunista de España y la importancia de figuras como  Santiago Carrillo o Adolfo Suárez.

Palabras clave: legalización del Partido Comunista de España, Comunismo Español, Santiago Carrillo, Adolfo Suárez, transición a la democracia

ABSTRACT

The aim of this paper is to study the legalization of the Spanish Communist Party and the  importance to the Spanish transition. This article outlines the political role of the Spanish press during the principal stage of the transition to democracy, an exceptional journalistic period. We will study  the reaction of the Army after the legalization of the Spanish Communist Party and the importance  of well-known politician like Santiago Carrillo or Adolfo Suárez.
Key words: Legalization of the Spanish Communist Party, Spanish Communism, Santiago Carrillo, Adolfo Suárez, Democratic Transition
Abreviaturas.

CEE – Comunidad Económica Europea
CCOO – Comisiones Obreras
GRAPO - Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre
LRP – Ley de Reforma Política
PCE – Partido Comunista de España
PSOE – Partido Socialista Obrero Español.
SECED – Servicio Central de Documentación (Servicio de Inteligencia Español entre 1972-1977)
UCD – Unión del Centro Democrático.

Índice

Abreviaturas……………………………………………………………..………..…

1. Introducción: …………………………………………………………….….……
1.1. La Prensa………………………………………………………..……..
1.2. De la Ley de Reforma Política a la Legalización del PCE…………….
2. Objetivos e hipótesis inicial…………………………………………….……….
3. Metodología………………………………………………………………,…….
4. El PCE y los diferentes actores:……………………………………,…………...
4.1. El PCE, la Monarquía y el gobierno………………………………….
4.2. El PCE y los Militares……………….……………………………….
4.3. El PCE y la oposición…………………..…………………………….
4.4. EL PCE y la sociedad…………………………………………………
4.5. El PCE visto desde dentro.....................................................................
5. El PCE y las Relaciones Internacionales………………………………………...
6 Intereses tácticos: el PCE y las elecciones……………………………………..…
7. Los asesinatos de Atocha y la Legalización del PCE…………………………….
8. La decisión Final. El sábado rojo…………………………………………………
9. El día después de la legalización……………………………………………….…
10. Conclusiones……………………………………………………………….……
Fuentes………………………………………………………………………………
Prensa…………………………………………………………………………
Archivos sonoros y visuales……………………………………………………
Bibliografía………………………………………………………………………….

1. Introducción
1.1. La Prensa
La prensa y los medios de comunicación desempeñaron un importante papel en la Transición, ya que desde la aprobación de la Ley de Prensa e Imprenta de 1966 disfrutaba de un posición más abierta que en la épocas anteriores del franquismo, que la hizo merecedora de ser llamada el “parlamento de papel[1]. En este momento, la prensa fue, con las lógicas diferencias ideológicas, mayoritariamente favorable al cambio político y se basado “en la concordia y reconciliación” y ello le llevó a mantener “una complicidad y una postura colaboracionista con los políticos que desde el poder o desde la oposición, formaban parte del consenso político de la transición[2].
Podríamos decir, que la Ley de Prensa e Imprenta, junto con la aparición de algunos periódicos y revistas significó un paso importante hacia el cumplimiento de la labor de la prensa que no es otra que “informar al ciudadano de lo que ocurre y proporcionarle orientaciones interpretativas de los hechos[3]. Desde el punto de vista jurídico, la primera medida de liberalización llegó el 1 de abril de 1977 cuando un decreto derogó los artículos más punitivos de la Ley de Prensa. En octubre de 1977, otro decreto del Gobierno estableció la libertad de organización de servicios informativos en la radio[4]. Pero el reconocimiento legal de la libertad informativa tuvo que esperar a la Constitución de 1978 en donde se expresa que: “todo español tiene el derecho a comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión”[5].
En Madrid en 1976, aparecieron dos diarios El País y el Diario 16, ambos de centroizquierdista. Entretanto, diarios como ABC y Ya en Madrid; vivían tiempos de crisis. Algunos consiguieron salir de ella, pero otros acabaron cerrado, como fue el caso de Pueblo. En Barcelona, la Vanguardia siguió siendo el periódico más importante. Este mayor pluralismo periodístico permitió la prensa actuara como un auténtico “parlamento de papel[6].
La radio fue el medio de comunicación que tuvo un mayor crecimiento de audiencia: pasó de 7 millones, en 1975, a 17 millones en 1982 debido principalmente a la libertad informativa que se le concedió en 1977. Las dos grandes cadenas eran: Radio Nacional de España de pro­piedad pública y SER de propiedad privada. Televisión Española (TVE), que era el medio de comunicación más seguido, también realizó una renovación aunque sin perder su dependencia gubernamental, lo que la convirtió en un instrumento al servicio de la reforma emprendida desde el gobierno[7]
Haciendo un estudio de las noticias relativas a la oposición hay que señalar que lo más relevante es el “ascenso meteórico del Partido Comunista de España (PCE)”, que se convierte en el grupo de oposición que más aparece en las noticias de portada de 1977 y esto debido principalmente a la cuestión de la legalización del PCE.  Además como se puede ver en la tabla siguiente los grupos que copan los cinco primeros puestos no varían. Desciende los grupos de ultraderecha y de los socialistas del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y del Partido Socialista Popular (PSP) por la mayor significación del PCE, debido al tema de la legalización. La extrema derecha era una opción minoritaria después de sus fracasos en el referéndum de la LRP[8].
Hubo dos ocasiones en la que la mayoría de los diarios españoles se pusieron de acuerdo para publicar un editorial conjunto: La primera vez, fue el 29 de enero de 1977. Los directores del Arriba, ABC, El País, Diario 16, Informaciones, Ya y Pueblo promovieron una editorial conjunta titulada “Por la Unidad de todos” [9], en el  que se hace una defensa de la transición pacífica y que claramente refleja los difíciles momentos que se vivían. Hay que señalar que ese mismo día Suárez se dirigió a los españoles por televisión e hizo una defensa del proceso que se estaba realizando y que había sido apoyado por los españoles en el referéndum que se había celebrado hacia un mes[10]; La segunda editorial, a la que no se sumó el Alcázar ya la he tratado al hablar del PCE y los militares y venía a defender otra vez la transición democrática ante el miedo de una involución provocada por la legalización del PCE.
El 8 de septiembre de 1976, Adolfo Suárez, presidente del gobierno, convocó una reunión, que nunca se volvería a repetir, con los Consejos Superiores de los tres ejércitos. Quería exponerles las líneas de la reforma política y obtener su respaldo – no podemos olvidar que el Ejército había sido uno de los pilares del franquismo-. Durante esa reunión, Suárez  no mencionó al PCE, partido que estaba fuera de la ley. Después de la reunión, mientras los asistentes tomaban un vino, en uno de los corrillos, uno de los generales le preguntó a Suárez por la legalización del partido comunista. Este le aseguró que el PCE no sería legalizado pues sus estatutos no cumplían la “ley de partidos” lo que gusto a los mandos militares e incluso Prada Canillas, capitán general de Burgos, dio un en grito: “¡Presidente, viva la madre que te parió!”. Seis días después, desde el Ministerio del Ejército se distribuyó una nota en la que se expresaba la “profunda y unánime repulsa del Ejército” ante la posible legalización del PCE, cuatro días más tarde se anulaba la nota aunque se mantenía la “repulsa general en todas las unidades” ante esa posibilidad. “Suárez debería medir al milímetro sus pasos si no quería enfurecer a la clase militar[11].
El 22 de diciembre de 1976, Santiago Carrillo fue arrestado a la salida salía de una reunión del Comité Central del PCE, lo puso en libertad el 30 de diciembre de 1976, lo que supuso un gran avance, pues puso en evidencia que el gobierno apostaba por el cambio político y en este cambio estaban incluido los comunistas[12].
Desde el 11 de febrero de 1977, el PCE fue uno de los protagonistas de la prensa nacional pues ese día, presentaron la documentación para su legalización que como veremos provocaron una serie de problemas burocráticos y políticos hasta sobre todo en marzo y los primeros días de abril. El 27 de febrero de 1977 se produjo una reunión secreta entre el jefe de Gobierno y el secretario general del PCE, Santiago Carrillo  que en nuestra opinión fue una de las más importantes de la transición.
Un mes más tarde, el gobierno encargó al teniente coronel Cassinello, jefe del SECED, un informe sobre las ventajas e inconvenientes de la legalización del PCE. Cassinello señaló que “Los servicios de Información de los tres ejércitos habían hecho otro informe en el que manifestaban que desde el empleo de teniente coronel para arriba había una opinión contraria a la legalización”, en dicho informe “de 10 folios, hay solo medio folio exponiendo los motivos que desaconsejaban la legalización. Yo creía que era bueno legalizar al PCE porque, además de que así se le desmitificaba, siempre resultaría más fácil vigilar a un partido legal que a un ilegal”. No obstante, él señalaba en su escrito que esa decisión podía causar “revuelo entre los militares que consideraban que los comunistas eran los enemigos derrotados en la Guerra Civil”[13].
1.2. De la Ley de Reforma Política a la Legalización del PCE.
En un primer momento, para Suárez la meta era la aprobación de la Ley de Reforma Política (LRP), y el resto de cuestiones eran secundarias. Una vez aprobada la LRP, esta cuestión y otras, empezaron a cobrar importancia. Se empezó a sopesar los pros y los contras de la legalización y, a este respecto, dos consideraciones eran fundamentales: la estabilidad del proceso democrático y la proximidad de las elecciones generales[14].
En diciembre de 1976, el PSOE obtuvo autorización para celebrar su Congreso lo que obligó al PCE  a acentuar su presencia pública pues como señala Carrillo esto supuso para PSOE una mejor posición y una ventaja[15]. Carrillo celebró una rueda de prensa en la que afirmaba la voluntad de negociación y de no “ser ninguneado”, además, dejó claro que se encontraba en España lo que ponía en entredicho la autoridad del gobierno, como señala Martín Villa[16]. Como hemos señalado el 22 de diciembre Carrillo fue detenido y el día 30 consiguió la libertad y con ella, una situación de legalidad[17].
El 15 de diciembre de 1976 se celebró el referéndum para la aprobación de la LRP en la que participaron el 77% de los españoles. Votaron Si el 94 %. El PCE y los partidos a su izquierda  pidieron la abstención. Se reforzó la posición de Suárez y comenzó la negociación con la oposición para asegurar su participación en las elecciones. El programa mínimo que planteaba la oposición consistía en siete puntos: reconocimiento de todos los partidos y organizaciones sindicales; reconocimiento de las garantías democráticas básicas; disolución del aparato del Movimiento; amnistía; acceso a los medios de comunicación monopolizados por el gobierno; negociación de las condiciones en que se celebrarían las elecciones; reconocimiento de las distintas nacionalidades. Pero el mayor reto era la legalización de los partidos políticos y principalmente la legalización del PCE, medida que era imprescindible para la oposición y rechazada por todos los sectores franquistas, de algunos reformistas y de las Fuerzas Armadas[18].
La negociación con la oposición se inicia el 11 de enero, cuando Suárez recibe a la “Comisión de los Nueve”. El 8 de febrero la legalización de la mayoría de de los grupos políticos fue un hecho pero el PCE, tuvo que continuar con la táctica de presión y hechos consumados[19].
En estos momentos se produjeron acciones violentas. Por un lado, sectores de la ultraderecha se lanzaron a una campaña de violencia; por otro, irrumpió el terrorismo de los GRAPO.  Se produjo “la matanza de Atocha”, lo que se conoce como la “Semana Sangrienta”: cinco abogados laboralistas de CCOO, conocidos militantes del PCE, fueron asesinados por la extrema derecha[20]. El PCE exigió que el sepelio desfilara por las calles de Madrid[21]. La manifestación de decenas de miles de personas en absoluto silencio fue una muestra de fuerza impresionante que emocionó a los dirigentes políticos y a la sociedad en su conjunto. El mismo rey, desde el aire, y en un helicóptero, siguió el acontecimiento[22]. Los comunistas demostraron aceptar las reglas del juego. También se produjo el secuestro de Oriol y de Villaescusa[23].
El 2 de marzo, se produjo en Madrid lo que se denominó “Cumbre Eurocomunistas”. Esta cumbre dio respaldo internacional al comunismo español y demostró que el PCE había adoptado una línea moderada. Un artículo en Triunfo expone las convergencias y divergencias de las legalizaciones del Partido Comunista en Italia, Francia y España además de señalar la importancia del papel de la derecha y que el PSOE y PCE debían intentar encontrar fórmulas para contrarrestar ese poder[24].
El PCE estaba movilizando todos los recursos organizativos y su capacidad de influencia para evitar que llegara la fecha de las elecciones sin que se hubiera producido la legalización. Los comunistas no estaban dispuestos a acudir a las elecciones bajo unas siglas que no fueran las propias aunque en la reunión secreta con Suárez este se lo había pedido aunque sabía que no lo harían[25]. Todos estos acontecimientos supusieron para el PCE un paso adelante cara a su legalización que finalmente se produjo el 9 de abril, Sábado Santo[26], más tarde conocido como el “Sábado Rojo”. Los militantes comunistas reaccionaron con euforia y salieron en muchas localidades, a la calle a festejarlo[27].
Para Santiago Carrillo, la legalización del Partido Comunista suponía un acto de justicia y que reforzaría la democracia en nuestro país. Dolores Ibárruri, la Pasionaria, presidenta del PCE destacó, a su vuelta, emocionada que volvían sin odios ni rencores, con un sentido de responsabilidad ante el pueblo y ante la historia, y que comenzaba una nueva España[28]. Ana Belén le dedica una canción que muestra lo que supuso su figura y sobre todo el reconocimiento del PCE para la democracia[29].
2. Objetivos e Hipótesis
El objetivo de este trabajo es describir y explicar el proceso de legalización del PCE, cuestión de suma importancia para el proceso de democratización pues implicaba que la transición a la democracia iba a tener lugar con la participación de todos los partidos. Además, muestra el cambio que se estaba produciendo en estos años en la toma de decisiones pues mientras que los partidos políticos y la sociedad empezaron a jugar un papel cada vez más importante, otros grupos, como los militares, se vieron obligados a ir cediendo poder. Debemos señalar, que en nuestra opinión, con la legalización del PCE se tomó por primera vez una decisión importante sin el consentimiento del ejército ni de las élites dominantes durante el franquismo[30] aunque teniéndolas en cuenta.
En definitiva, partiremos de la hipótesis de que la legalización del PCE era necesaria para implantar una democracia plena,  pero los diferentes actores tenían  intereses a favor y en contra de este hecho. Suárez temía la respuesta de los militares pero sabía que la participación del PCE dividiría el voto de la izquierda, además su no legalización mantendría un conflicto en la calle que no les convenía; el PSOE quería la legalización pero deseaba retrasarla para asentar su posición como fuerza hegemónica de izquierda; la derecha la utilizaba para desgastar a Suárez y los militares creían que era una traición a los principios que habían defendido durante cuarenta años y les había hecho ganar una guerra.
También intentaremos responder a una serie de preguntas: ¿El gobierno de Suárez  tenía previsto desde el principio legalizar el Partido Comunista o su posición fue evolucionando a lo largo del tiempo? ¿Qué circunstancias permitieron tomar esta decisión? ¿Qué interés tenían ante esta legalización los distintos actores políticos? Cuál fue la actitud de los militares? Cuál fue la actitud el monarca? ¿Cómo evolucionó el PCE y sus líderes para adaptarse a las nuevas circunstancias? ¿Qué posicionamiento tomaros EEUU y la URSS ante el hecho de la legalización del PCE? ¿Cómo influieron las relaciones internacionales? ¿Elegir el Sábado santo fue casualidad o no? ¿Se podría haber llegado a las Elecciones de 1977 sin la participación del PCE? ¿Cómo se relacionó la prensa y el PCE?


3. Metodología
El método que vamos a utilizar para el desarrollo del trabajo de estudio es el planteamiento de una hipótesis que vamos a intentar demostrar ayudados por una serie de preguntas que pretenderemos contestar.
Lo primero que haremos será ver los actores fundamentales en el tema de estudio y su contribución a la legalización entre ellos el propio PCE, veremos como influyeron las Relaciones Internacionales y el momento internacional  de Guerra Fría que se vivía, además de hacer un análisis de hechos puntuales y nacionales que pusieron en peligro el proceso pero que contrariamente a lo que podría parecer fortalecieron la transición y facilitaron la propia legalización como fue “la Semana Sangrienta”.
Por último a través de la prensa y de la bibliografía sobre el tema analizaremos los pasos hasta llegar a la legalización, lo que supuso y los días posteriores.
4. El PCE y los diferentes actores:
4.1. El PCE, la Monarquía y el gobierno[31].
El rey, al principio, creía necesaria la exclusión temporal de los comunistas, pues le parecía que debería asentarse la democracia y la monarquía antes. En febrero de 1976  Juan Carlos envió a Prado a ver al presidente de Rumania, Ceaucescu, a quien había conocido durante la celebración del milenario del imperio Persa, en 1971. El rey quería que Carrillo supiera que estaba decidido a traer la democracia pero que la legalización del PCE tendría que esperar, ya que cualquier precipitación sería perjudicial para el proceso democratizador. Le pedía paciencia y que no descartase a la Monarquía. Ceaucescu le transmitió el mensaje a Carrillo pero este rechazó las sugerencias del rey. A pesar de esta beligerancia, el PCE comenzó a adoptar una postura “de mayor pragmatismo” e incluso Carrillo afirmó que “si por un milagro el rey aceptara la consulta del pueblo[….] Es ese caso no seríamos un obstáculo”. Mundo obrero admitía la posibilidad de que si Juan Carlos tuviese “un gesto de valor” y rompiese con el franquismo buscando el apoyo de las fuerzas democráticas, esto no garantizaría el porvenir de la Monarquía, pero “sólo un rey capaz de correr este riesgo estaría facultado para aspirar seriamente a la legitimación democrática de la Monarquía”. En Junio de 1976 algunos dirigentes comunistas aseguraron que cesarían “en sus ataques a la Corona a cambio de su legalización”. Ese mismo mes, Fraga declaró que la legalización del PCE era inevitable.
Suárez dice haber sido partidario de la legalización del PCE y de haber contado con el apoyo del rey desde el mismo momento de su nombramiento. Lo que no veía, tan claro, era el cuándo y el cómo. En los contactos que se produjeron en agosto de 1976, a iniciativa de Carrillo, se le pedía que respetase la Monarquía, la Unidad Nacional y a las Fuerzas Armadas. El secretario general del PCE estaba dispuesto al reconocimiento de la Monarquía si ésta aceptaba una Constitución democrática. Carrillo pedía la creación de un gobierno de reconciliación nacional, o al menos, el reconocimiento de todos los partidos y someter su gestión al juicio de unas Cortes Constituyentes[32].
“Su Majestad y yo  [Suárez] habíamos hablado muchas veces de que yo iba a legalizar el Partido Comunista. Lo que pasa es que yo buscaba el momento más adecuado y, sobre todo, buscaba también que los comunistas asumieran también los planteamientos que suponíamos que iban a ser el eje fundamental en la elaboración de una futura Constitución. Ahora, que si el Rey sabía cuál iba a ser el momento preciso de la legalización, eso no. Yo se lo comuniqué en el mismo instante en que ésta se produjo[33].
La exclusión del Partido Comunista del proceso podría dar lugar a problemas y conflictos en las calles ya que era la principal fuerza en la oposición clandestina y tenía lazos muy estrechos con CCOO. El PCE podía calmar los ánimos de los trabajadores y conseguir una estabilidad social y económica, condición esencial para garantizar una transición pacífica. En definitiva, el PCE tenía una gran capacidad de movilización y sabía que esta capacidad podía ser usada para desestabilizar el nuevo régimen[34]. La revista Cambio 16 señaló en abril de 1976: “a ver cómo hacemos la democracia sin comunistas […]. Sin legalizar la corriente de opinión comunista, no hay democracia [...] Y las fuerzas del régimen que se oponen radicalmente a la presencia legal de los comunistas en la vida política deberían reflexionar un poco y darse cuenta de que más vale enemigo conocido, enemigo con el diez o con el quince por ciento de los votos, que enemigo clandestino que todo lo puede boicotear desde la irresponsabilidad suprema de la vida cotidiana”[35].
En suma, Suárez, su gobierno, la oposición y el Rey sabían que tendrían que legalizar el PCE si querían tener una transición pacífica y creíble pero esto no era fácil debido a la oposición de los militares y muchos sectores de la derecha[36].
Como hemos señalado el 27 de febrero de 1977 se produjo una reunión secreta entre el jefe de Gobierno y el secretario general del PCE. El presidente tan sólo informó de antemano al rey, que se mostró partidario, a Fernández-Miranda, que hubiese preferido acudir en su lugar, y a Osorio, que se mostró contrario a su celebración. Esta reunión se celebró en casa de José Mario Armero, en las afueras de Madrid. En un momento, cuando Suárez le estaba diciendo que podría legalizarle pero sólo en determinadas circunstancias, Carrillo le dijo: “Si yo lo leo en sus ojos que usted me va a legalizar”. Y él le contestó: “No, no le voy a legalizar”. Suárez afirma que estaban negociando[37]. Suárez indicó a Carrillo que era mejor que la legalización del PCE la hicieran las nuevas Cortes, y que el PCE se presentara en listas independientes, Carrillo se negó y le indicó que si no podía participar en las elecciones con sus siglas boicotearía las elecciones. Carrillo también le indicó que aunque eran republicanos, para ellos la democracia era lo importante y que aceptarían al monarca que la restableciese. En palabras del propio Carrillo, “si el rey hace el papel de bisagra entre la dictadura y la democracia, habrá creado una situación de hecho, irreversible[38]. Al término de la misma, este aceptó la monarquía, la bandera bicolor y una declaración solemne a favor de la unidad nacional[39], lo que allanaba el camino de su legalización y por ende para la normalización democrática[40].
Suárez señala: “Todos los que estábamos trabajando en la línea de llegar a la convocatoria de unas elecciones generales libres que permitieran el renacimiento de la democracia en nuestro país, todos sabíamos que se iba a legalizar el PCE. Lo queríamos hacer en el momento en que fuera menos traumático para el país[41].
4.2. PCE y  los militares.
Los militares detestaban a los comunistas pues cuarenta años de propaganda hostil y desencuentros habían dejado huella. Las fuerzas armadas les hacían responsable de la Guerra Civil, aun cuando sólo 17 de los 287 diputados del Frente Popular habían sido comunistas[42]. El Alcázar -el periódico más leído en los cuarteles- contribuyó a reforzar estas percepciones. “Legalizar el Partido comunista significaba la división de España, un insulto a la bandera nacional y el desorden”[43]. El principal blanco de su ira era Carrillo  al que acusaban de los crímenes de Paracuellos, le llamaban “el genocida de Paracuellos” y consideraban que un partido que tenía como líder un “asesino” no podía ser legalizado[44]. Los militares son el mayor impedimento para legalizar a los comunistas[45]. Para todo el mundo en aquel momento, los militares tenían mucho poder y cualquier cosa que los pudiera humillar u ofender podría dar lugar a otro golpe de estado como el de 1936. La sociedad continuaba pensando que el ejército era un grupo poderoso[46].
El teniente coronel Cassinello, jefe del Servicio de Documentación (SECED) señala que ya antes del pronunciamiento de la Fiscalía, el presidente Suárez consideraba que “la situación estaba encarrilada”. Por eso, el Lunes Santo, 4 de abril de 1977, convocó a sus vicepresidentes Alfonso Osorio y Manuel Gutiérrez Mellado, y a sus ministros Martín Villa, Landelino Lavilla e Ignacio García López. Osorio fue el único del grupo que se resistió a la legalización del PCE. Veinticuatro horas después, sonó el teléfono en el despacho del vicepresidente. Era el teléfono que solo utilizaba para hablar con el Rey o con el presidente Suárez: “Yo, que estaba destinado en el gabinete del vicepresidente Gutiérrez Mellado, hice ademán de retirarme, pero él me hizo señas para que no me marchara”, rememora el entonces teniente coronel Ángel de Lossada y Aymerych “Después escuché cómo el vicepresidente llamaba a los ministros del Aire, de Tierra y de la Marina para comunicarles que el presidente del Gobierno le había anunciado la próxima legalización del partido comunista y que el propio presidente le había dicho que estaría disponible todo el día en su despacho por si alguno de ellos quería comentarle algo al respecto”, agrega Lossada[47].
El Sábado Santo, tras el dictamen de la Fiscalía del Reino que daba luz verde a la legalización, Martín Villa fue recogido en Badajoz por un helicóptero que le trasladó a Madrid. Citó en su despacho al general Fernández Campo, subsecretario del Ministerio de Información y Turismo, para pedirle que preparase como dar la noticia a la opinión pública. Fernández Campo indicó al ministro la convulsión que se iba a producir en los cuarteles[48]. Martín Villa se marchó a otro despacho y regresó al poco, tras conversar telefónicamente con Suárez, para decirle que “no se preocupara” por los militares. “Le hice notar, además, que yo no estaba hablando con el Sabino militar que era él, sino con el subsecretario de Información, que en ese momento era su cargo”, recalca Martín Villa[49].
Salvo excepciones como la de Gutiérrez Mellado, el ejército se sintió traicionado al entender que, en la reunión del 8 de septiembre del año anterior, el presidente les había prometido que el PCE permanecería fuera de la legalidad[50]. La renuncia de Pita da Veiga, ministro de Marina, fue solventada por el nombramiento del almirante en la reserva Pascual Pery Junquera. No obstante, sobrevino otro momento difícil. El Consejo Superior del ejército se reunió el 12 de abril para tratar sobre la legalización del PCE, y de esta reunión salió una declaración en la que el Consejo mostraba su repulsa, si bien acataba el hecho consumado. Además advertencia al gobierno: “El Consejo considera debe informarse al Gobierno de que el Ejército, unánimemente unido, considera obligación indeclinable defender la unidad de la Patria, su Bandera, la integridad de las instituciones monárquicas y el buen nombre de las Fuerzas Armadas[51]. En definitiva queda claro que el ejército no aceptaba que estaba bajo el poder civil. El rey “ha reconocido la dureza y la dificultad de aquellos momentos para su prestigio en el seno del ejército, y cómo tuvo que hablar personalmente con muchos altos mandos para tranquilizarles[52]
Conscientes los peligros de una involución militar, los periódicos madrileños, Arriba, Diario 16, El País, Informaciones, Pueblo y Ya, que consideraron “correcta la actuación del gobierno”, publicaron el 16 de abril un editorial conjunto en el que se resaltó la necesidad de que las fuerzas armadas no hicieran política[53]. El director de Diario 16, Miguel Ángel Aguilar, se atribuye la iniciativa[54].
Ni ABC ni El Alcázar fueron invitados a la reunión en la que se redactó “No frustrar una esperanza”, pues habían mostrado con anterioridad y de forma abierta su oposición a legalizar el partido Comunista de España[55]. Un día después de la difusión del artículo, el diario conservador ABC incluyó un editorial en el que suscribió el redactado conjuntamente, cuyo texto íntegro, de hecho, publicó ese mismo día, y acató la decisión del gobierno respecto al partido Comunista[56]: “El reconocimiento es un hecho, y como tal, aunque con disgusto, lo acatamos y ofrecemos al gobierno nuestro apoyo en esa labor de distensión, necesaria para llegar a la confrontación electoral, sin traumas y con serenidad. Si el espíritu del editorial conjunto publicado ayer por diversos periódicos nacionales era ése, lo suscribimos”. Sin embargo, ABC presentó objeciones al texto conjunto pues consideraba injusto calificar de antidemócratas a quienes se oponían a la legalización del PCE. Su penúltimo párrafo fue especialmente revelador: “La acusación de “sectores antidemocráticos” a quienes han expuesto noblemente su oposición a la presencia del más antidemocrático de los partidos del mundo es injusta, por no decir que es interesada. La referencia al ejército no es afortunada, pues ni nuestros mandos militares son permeables a ligerezas de correveidiles […] ni a textos escritos con menos fortuna que buena fe”. 
El Alcázar quedó en solitario y publicó un comentario editorial en portada en el que criticó a los periódicos pues habían marginado al ABC y a ellos de forma “expresa y conscientemente” y califica la iniciativa periodística de “maniquea” y que “la defensa que del gobierno ejercía el editorial conjunto ponía “en evidencia un fenómeno: su servidumbre gubernamental y su pobreza imaginativa[57].
Según el testimonio del Sabino Fernández Campo, la forma en que se autorizó el PCE creó una situación difícil a la prensa de derechas: “Hubo periódicos como El Alcázar que lo tomaron muy a mal. La lucha para mantener a esta prensa contenida da partir de entonces fue muy dura. La prensa  más afín al ejército lo consideró como un desprecio, como un engaño. El Alcázar se disparo, ABC hizo algún comentario en contra… Se creó un malestar que se pudo haber evitado porque la legalización era necesaria, pero se debió haber hecho de otra forma. Se tuvo que haber celebrado una nueva reunión de Suárez con los militares y pedirles su colaboración”[58].
Sabino Fernández Campo cree que la forma de la legalización del PCE fue la responsable de que años más tardes ocurriera el golpe de Estado del 23-F: “El supuesto engaño de Suárez y Gutiérrez Mellado era algo que estaba muy instalado entre los militares y fue el pretexto de algunas cosas que sucedieron después[59].
4.3. El PCE y el resto de la oposición
La oposición democrática acogió con satisfacción la la legalización del PCE pues la consideraban imprescindible para la normalización del proceso democrático. Por su parte, Carrillo que se encontraba en Francia visitando un hermano enfermo, declaró a Europa Press que “se trata de un acto que da credibilidad y fortaleza al proceso hacia la democracia y que ahora lo indispensable es que los demás partidos sean también legalizados”.
Hasta este momento, la oposición había actuado de diferentes formas y bajo intereses diferentes. A comienzos de 1977, la revista Triunfo recogía en uno de sus artículos “Negociar con o sin Carrillo”, en el que se destaca la entrevista entre Tierno Galván y Jordi Pujol con Suárez sobre la necesidad de romper o seguir  trabajando por la democracia. En el PCE había miedo por quedar fuera de la democracia cuando había sido el partido que más había luchado por ella[60].
El PSOE quería la legalización del PCE pero sabía que estaba mejor organizado, y contaba con mayor apoyo popular y por tanto, se sentía en inferioridad de condiciones  lo que le hacía pensar que necesitaba unos meses de ventaja sobre los comunistas. Felipe González, líder del PSOE, era partidario de no forzar la situación, y después de consolidar la democracia buscar la legalización del PCE  lo que le daría la ventaja que necesitaba[61].
Resumiendo, Suárez buscaba la legalización para legitimar el sistema político y saber la verdadera fuerza que tenían los comunistas, los militares estaban abiertamente en contra de la legalización, y, otros partidos políticos, entre los que se encontraban los socialistas, buscaban retrasar la legalización para que no les restasen votos y conseguir una ventaja para darse a conocer a los españoles[62].
El día después de la legalización, el País señala que “a partir de la próxima semana parece qué el Gobierno tiene intención de ocuparse de los demás partidos no legalizados. Estos partidos son, además del Carlista, que preside Carlos Hugo de Borbón-Parma, todos los de ideología marxista que solicitaron su inscripción en el registro oficial y cuya documentación fue remitida al Tribunal Supremo. Por su parte, el ministro de la Gobernación, señor Martín Villa, estuvo ocupado en la tarde de ayer en su despacho en comunicar a los gobernadores civiles la legalización del Partido Comunista de España[63].
4.4. EL PCE y la sociedad.
No se puede olvidar que la legalización del PCE dependía del respaldo que tuviera de la sociedad y Suárez esperó hasta ese momento[64].
La tabla I muestra la evolución de la sociedad en relación con la cuestión. En octubre de 1976, el 35% de la población estaba en contra y el 40% no expresaba su opinión sobre ello. Sólo el 25% de la población estaba a favor. Desde nuestra opinión esto se debe a dos factores: por un lado, el miedo a un golpe de estado si el PCE era legalizado; y el miedo a que los comunistas pudieran actuar antidemocráticamente. Hay que recordar que durante el franquismo se había presentado al PCE de forma distorsionada[66].
La actitud hacia el PCE cambió mucho entre octubre de 1976 y abril de 1977 como muestra la tabla y esto se debió a algunos acontecimientos de gran contenido simbólico que influyeron en la opinión pública: El primer acontecimiento importante fue la conferencia de prensa ofrecida por Carrillo en Madrid el 9 de diciembre de 1976, seis días antes del referéndum sobre la LRP. Carrillo vivía en secreto en Madrid. La idea de que Carrillo pudiera estar viviendo en Madrid no había pasado por la mente de nadie aunque algunos reportajes hechos en el extranjero así lo atestiguasen. La prensa conservadora acusó al gobierno de permitir a un “asesino moverse libremente por España”[67], otros periódicos resaltaron la importancia del suceso. Carrillo demostró que no “se comía a los niños”[68] y además afirmó su disposición a cooperar con el proceso democratizador y en la elaboración de un pacto para hacer frente a la crisis económica. Dijo que aun “cuando el PCE no fuera legalizado, presentaría una lista de candidatos para las elecciones. Es más, aceptó la monarquía como un hecho, diciendo que estaba dispuesto a reunirse con el rey[69]. En definitiva Carrillo ofreció una imagen de moderación y conciliación. El ministro de Interior consideró que la rueda de prensa ofrecida por Carrillo era un pulso al gobierno[70] y por tanto, ese mismo día dio la orden de busca y captura de Carrillo y como hemos señalado fue detenido el 22 de diciembre de 1976. Pero entonces se planteó otro problema: ¿qué iba a hacer el gobierno con él? Era imposible desterrarlo. Sólo podía ser acusado de asociación ilegal y de hallarse sin los documentos de identificación[71]. “No hay jurista civilizado que pueda encontrar delito en pasearse por las calles de Madrid con la ideología que a uno le dé la gana[72]. Mientras, la prensa internacional cubría la noticia y resaltaba el hecho de que la capacidad del gobierno para democratizar el país estaba siendo puesta a prueba. En España, el PCE emprendió una campaña pidiendo la libertad de Santiago[73]. El 30 de diciembre al gobierno no le quedó más alternativa que ponerlo en libertad y con ello, Carrillo se convirtió en un ciudadano con plenos derechos.
La mayoría de los periódicos señalaron que el gobierno quería apostar por el futuro y que los comunistas había que juzgarle por lo que hicieran a partir de ahora. Incluso el diario Pueblo, que criticaba a Carrillo, reconoció: “hoy nos hace falta la paz, y nos sobra toda evocación del ayer dramático[74]. Aunque hubo críticas a la decisión del gobierno - especialmente en El Alcázar y en ABC-, la mayoría de los periódicos estaban de acuerdo con la libertad del líder comunista y que era un paso importante en el proceso de democratización.
El segundo acontecimiento, fue el asesinato de los abogados comunistas en el despacho de la calle Atocha, del que hablaremos en un apartado independiente, y del que ya hemos dado pinceladas.
Los principales periódicos cubrieron estos acontecimientos y resaltaron el comportamiento de los comunistas. La mayoría estaba de acuerdo en que el pueblo y el PCE habían dado una lección de sensatez y moderación. Además señalaban que el PCE había demostrado “que no era el mismo partido de la guerra civil y que sus líderes habían cambiado sus actitudes”. Carrillo llamó a la reconciliación nacional  y a la necesidad de apoyar al gobierno[75].
Estos acontecimientos supusieron para el PCE un paso adelante pues su comportamiento señalaba que iba a actuar pacíficamente en el futuro. La opinión pública empezó a ver al PCE como un partido democrático. En este sentido valga como ejemplo la afirmación del Ya que señala: “la legalización de hecho del Partido Comunista”. Martín Villa habló en los mismos términos: “Sabía que el PCE se había ganado en aquella fecha su legalización[76].
4.4. El PCE visto desde dentro.
Suárez y la parte de España que representa está dispuesto a olvida y sustituir la legitimidad basada en la victoria por la basada en la reconciliación. Por ello, en sus intervenciones, siempre alude al conflicto, y su deseo de acabar con la confrontación que ha dividido a la sociedad española y solicita al PCE un esfuerzo en el mismo sentido, ya que conviene apostar por el olvido[77]. Por otro lado, los comunistas de Carrillo abrazan la reconciliación que les propone Suárez, pero lo hacen con un esfuerzo considerable que introduce una seria crisis de identidad. Para muchos comunistas, la propuesta de Suárez es “un caramelo envenenado”, pues en este acto de reconciliación el PCE pierde su identidad como gran partido opositor al franquismo, y le pasará factura en las elecciones generales de 1977. El PCE perdió la legitimidad – basada en la restitución de la II República interrumpida por el golpe de Estado del 36 – por la legitimidad de la reconciliación[78].
El PCE tuvo que hacer un gran esfuerzo para olvidar y perdonar, y lo hace porque piensan que, con ello, facilitarán la transición a la democracia y su legalización. Pinilla García señala que el proyecto de acceder al poder explica la arriesgada apuesta comunista, confirmando así que el consenso es una herramienta para la supervivencia política[79], nosotros no estamos de acuerdo, pensamos  que para él lo importante ya no es la revolución socialista al estilo soviético sino la desmantelación del franquismo y la vuelta de la democracia. Para ellos, dejaba de tener importancia, o al menos, pasaba a un segundo plano, la bandera, el modo de estado e incluso el comunismo para aceptar la democracia y su forma de actuación.
Entre los militantes y simpatizantes del PCE en Madrid, la noticia de la legalización se propagó con gran rapidez, antes de que fuese anunciada por la radio y la televisión. En la sede del PCE, de la calle Peligros, fueron congregándose numerosos militantes, quienes festejaron la noticia e izaron una bandera del partido en el interior del edificio. Por otra parte, la legalización del PCE va a agilizar los trámites para la vuelta de Dolores Ibarruri, Pasionaria, a España[80], su vuelta fue un símbolo de fuerte emoción no solo para los comunistas sino para los demócratas en general.
En el momento de su legalización, el PCE tenía 160.000 afiliados[81] era una fuerza importante pero como se ven, no hegemónica y por ello, el monopolio reivindicativo que encabeza el PCE en la clandestinidad y en su oposición al franquismo se desvanece tras su legalización. Las propuestas comunistas enriquecen el proceso de transición, pero dejan de liderar la izquierda, a pesar de haber participado en la consolidación de las instituciones democráticas[82].
5. El PCE y las Relaciones Internacionales.
Países como los Estados Unidos o Alemania Federal preferían un cambio político en el que se incorporaran todos los grupos políticos y no eran partidarios de un proceso revolucionario como el portugués. Se ha hablado mucho sobre una posible injerencia de los EEUU en la política interior española durante la transición, y sobre su postura ante la legalización del PCE. Kissinger veía en los comunistas una grave amenaza además de ser bastante escéptico al eurocomunista y a su voluntad democrática. En junio de 1976, le comentó a Areilza que “no vamos a decir nada si ustedes se empeñan en legalizar el PCE. Pero tampoco le vamos a poner mala cara si lo dejan ustedes sin legalizar unos años más[83].
A raíz de la visita de los reyes a EEUU, el Washington Post aseguró que Kissinger había exigido la no legalización del PCE a cambio de su apoyo a la Monarquía, lo cual fue desmentido por la Secretaria de Estado de EEUU. Pero este desmentido no logró disipara las dudas de un veto norteamericano, lo que obligó a  Carrillo a afirmar que “el PCE no se opondría al ingreso de España en la OTAN si así lo decidía un gobierno democráticamente elegido[84].
Cuando llegaron los demócratas al gobierno norteamericano, en enero de 1977, se cerró la etapa Kissinger como secretario de Estado opuesto a cualquier concesión al comunismo. Según Joan E. Garcés, “la administración norteamericana logró imponer una serie de directrices encaminadas a aplicar restricciones al restablecimiento de los principios democráticos, a la legalización de los sindicatos obreros o al reconocimiento de las nacionalidades”. Además, señala que la administración Carter permitió “la legalización del PCE a cambio de que el partido abandonara sus reivindicaciones más molestas y rupturistas como la instauración de un gobierno provisional o la convocatoria de un referéndum sobre la forma de Estado[85]. También tenemos que señalar que Estados unidos se dio cuenta que la exclusión del PCE podría alterar el orden pero quiso posponer la legalización hasta después de la celebración de las elecciones[86].
La URSS había aceptado que la España de Franco pertenecía al bloque occidental y estaban de acuerdo con el cambio en España siempre que esto les beneficiase en el equilibrio global de fuerzas o al menos, no les perjudicase. Por ello, no querían permitir una mayor contribución española a la defensa occidental y tenía miedo que una democracia en España trajera su entrada en la OTAN y en la CEE, lo que para ellos suponía un incremento en la influencia de los EEUU en Europa occidental[87].
Los soviéticos establecieron relaciones diplomáticas con España con anterioridad a la legalización del PCE y por su parte, el PCE no deseaba vincular su futuro a la voluntad de la URSS. El PCE se presentaba como un partido eurocomunista no sometido a la URSS y que aceptaba el modo de vida de occidente y la democracia. El propio Suárez señaló en su mensaje televisado del 3 de mayo que “sería paradójico[…] que cuando hemos establecido relaciones diplomáticas plenas con los países del Este, mantuviésemos al margen de la ley a aquellos comunistas del interior que aceptar una convivencia legal[88].
Europa, dio la noticia por la radio y la televisión el mismo día de la legalización y fue noticia en los periódicos más importantes[89] y el 22 de abril de 1977, el Parlamento europeo aprobó por unanimidad una resolución en la que “se reconocía el cumplimiento de las promesas democratizadoras realizadas en julio de 1976 por el gobierno Suárez[90].
6. Intereses tácticos: el PCE y las elecciones
Los actores políticos más relevantes tenían algunos intereses en relación con la legalización del PCE que se hacen más evidentes según se va aproximando las elecciones generales. Los partidos políticos habían empezado a preparar una estrategia para obtener el mayor número de votos. El PCE se constituyó en un importante actor en ese juego, al ser una fuerza política que, una vez legalizada, podría obtener votos de otros partidos[91].
Suárez legalizó el PCE entre otras cosas porque la participación del PCE en las elecciones podría dividir el voto de la izquierda. Pero antes de legalizar a los comunistas tenía que organizar su propio partido, la UCD y ganarse el apoyo popular. ¿Cuál era la postura de los socialistas? El PSOE estaba de acuerdo en que la legalización del PCE era una condición indispensable pero también eran conscientes que el PCE estaba mejor organizado y tenía un mayor apoyo popular[92]. Esto determino la posición ambigua de los socialistas y la postura de Felipe González en la reunión que los miembros de la oposición mantuvieron el 28 de noviembre de 1976 de no forzar la situación. Felipe González no estaba dispuesto a poner en peligro la democracia por ayudar al PCE y además, necesitaba algunos meses de ventaja sobre los comunistas[93].
Había muchos intereses en juego en relación al tema de estudio. Suárez sabía que tenía que legalizar al PCE para conseguir una democratización creíble, además podía sacar provecho electoral. Al mismo tiempo, el PSOE, quería retrasarlo. Y por otro lado, la legalización podía poner en peligro todo el proceso por la posible actuación de los militares. En definitiva el problema radicaba en el cómo y cuándo llevarla a cabo, es decir, los costes de legalizar el PCE tenían que ser menores que los costes de mantener un partido tan fuerte clandestino. El curso de los acontecimientos marcó cuándo había llegado ese momento[94].
Además, se pensaba que con la exclusión de los comunistas provocaría conflictos en la calle ya que el PCE y Comisiones Obreras (CCOO) mantenías estrechos lazos, con lo cual el partido podía mediar tanto para calmar los ánimos de los trabajadores, como para conseguir una estabilidad social y económica, básica para la consecución de una transición pacífica[95].
Dolores Ibarrurí (Pasionaria), al poco de la legalización ya se señalaba como la candidata por Asturias[96].
7. Los asesinatos de Atocha y la Legalización del PCE.
La alegría del gobierno y de la sociedad española por la aprobación de la LRP sufrió, como hemos señalado, un duro golpe en enero de 1977. Durante una semana, se sucedieron una serie de actos terroristas, provocados tanto por  la extrema izquierda como por la extrema derecha, que se saldaron con diez personas asesinadas, quince heridos graves y dos secuestros. Lo que hizo temer una involución política y que entre otras cosas, como hemos visto provocó una editorial conjunta de los periódicos de mayor tirada y de diferente signo.
Aquí vamos a estudiar el asesinato de los abogados de Atocha que como sabemos estaba vinculados a CCOO, el sindicato comunista. La intención de estos asesinatos probablemente fue provocar al PCE y con su reacción posterior provocar la intervención del Ejército pero la inteligente posición del PCE y la perfecta organización de una impresionante multitud silenciosa supuso, en nuestra opinión, disipar las dudas que tenía el gobierno para la legalización del PCE ya que supuso una imagen de fortaleza y moderación que hizo entender que el PCE era un partido que aceptaba las reglas del juego democrático[97].
En estos difíciles momentos, algunos sectores de la sociedad intentaron equivocar a la opinión pública confundiendo deliberadamente los nombres del Partido Comunista Reconstituido que había cometido actos terroristas y del PCE. Sin embargo, el PCE no cayó en la trampa y Carrillo pidió serenidad y la respuesta de la sociedad fue una demostración de dolor pacífico y silencioso. Era la primera manifestación pública comunista y los simpatizantes usaron todos los símbolos que les reconocían como comunistas (banderas, rosas y puños en alto saludaron al cortejo fúnebre) pero a la vez con el silencio, no se incitaba a la violencia, ni se pedía venganza. Además en el acto no sólo participaron simpatizantes comunistas sino que personas de todas las ideologías se solidarizaron y pedían lograr la democracia de una manera pacífica. De esta manera se logró convertir a las víctimas en mártires pero no de la revolución comunista sino de la democracia que se quería conquistar[98]. En definitiva, era la sociedad española la que salía a la calle para celebrar una ceremonia de reconciliación e iniciar su andadura democrática[99]. Así se recogió en la prensa del día: El ABC informó en portada y señaló el dolor y luto por la desaparición de los abogados, destacando que el funeral se llevó a cabo sin incidentes[100]. La Vanguardia abría con “Atentado en Madrid en un despacho de abogados laboralistas”, cuyo balance deja 3 muertos y 7 heridos, en un atentado en el número 55 de la calle Atocha de Madrid[101]. El País indicaba que “Pistoleros de extrema derecha siembran el terror en Madrid”. Serían  dos personas las que se personaron en el despacho de Carlos del Río, abriéndose paso y sembrando el terror entre los allí presentes[102].
En resumen, los acontecimientos supusieron un paso adelante cara a la legalización del PCE y su comportamiento fue interpretado como una prueba de que los comunistas buscaban la paz y la reconciliación y no eran “la fuente de todo mal[103].
8. La decisión Final. El sábado rojo
El problema legal surge en febrero, cuando el gobierno aprobó la ley regulando la legalización de los partidos políticos; un partido tenía simplemente, que presentar sus estatutos ante el Registro de Asociaciones Políticas del Ministerio de la Gobernación. La principal condición que los partidos tenían que cumplir era no seguir una “disciplina internacional” ni buscar un sistema “totalitario”.
El PCE presentó sus estatutos y cumplía las condiciones para legalizarse, por lo que en principio debería haber sido legalizado directamente, pero el ejecutivo decidió consultar al Tribunal Supremo para contar con el apoyo institucional apropiado[104]. Suárez esperaba una opinión favorable. Sin embargo, el Tribunal Supremo se declaró incompetente para resolver tal cuestión y el gobierno, decidió pedir consejo al Ministerio Fiscal. Esto ocurrió entre el 1 y el 6 de abril. Diario 16 el mismo día 1, critica la posición del gobierno y del Tribunal Supremo y considera que se “están pasando la pelota[105]: “En muy pocos días el proceso político que debe conducirnos a la democracia ha entrado en una fase peligrosa.La falta de una concepción abierta del compromiso democrático […]. Por un lado, el Gobierno juega a pasar la pelota del reconocimiento del Partido Comunista al Tribunal Supremo, y éste se la devuelve, originándose un peligroso embrollo […]”.
El PCE envió una alegación al Tribunal de Justicia y la Vanguardia señala: “la sala cuarta del Tribunal Supremo no es competente para atender la licitud de los partidos. Además, el mismo día, destacan que fuentes del Palacio de Justicia habían comentado que el texto que contenía las alegaciones de los comunistas era el “mejor escrito de todos los que se han enviado”[106].  El PCE no estaba de acuerdo en que su legitimidad fuera resuelta. Esos mismos días fue prohibida un homenaje a Carrillo en Gijón[107], en dicho acto asistían unas mil personas. El desalojo del local se hizo sin violencia. Además se indica que “nadie puede pensar que el Partido Comunista vaya a ocupar el Poder tras las elecciones[108].
Diario 16 defendió desde sus páginas la necesidad de que las elecciones se realizaran en total libertad además de que pudieran presentarse todos los partidos políticos[109]. El 18 de marzo fueron detenidos ocho abogados del PCE[110]. El 23 de marzo, se publicó un titular bajo el titular “posible legalización del Partido Comunista”, en el que especulaban con que la Sala Cuarta del Tribunal Supremo optaría por la legalización de los comunistas y que el fallo tendría lugar el día 25 de ese mes[111] y que la sentencia estaba acordada desde enero[112]. La realidad no confirmó la noticia. El 27 de marzo recogía un artículo en el que hablaban de una entrevista de la presidenta del PCE con los dirigentes soviéticos, en la que expresaba su deseo de que tanto el País Vasco, como Cataluña y Galicia lograsen su autodeterminación[113].
Es el mes de abril donde comienzan las especulaciones y los bailes de documentos desde el Tribunal Supremo hacia el Ministerio de Gobernación, ya que los primeros habían encontrado “indicios de criminalidad en los expedientes del partido (01/04/77). De esta forma, el Supremo eludía la responsabilidad que suponía la legalización del PCE y pasaba la bola al gobierno. (02/04/77). En un comunicado publicado el día 3, en la Vanguardia se puede leer, “la legalización del Partido Comunista es la piedra de toque de la sinceridad de los propósitos democratizadores del Gobierno y el síntoma de los cambios que las masas populares esperan[114]. Ese mismo día 3, Diario 16 señala que “la no legalización será el fracaso de la reforma” y señalan que “El Gobierno debe tomar el toro por los cuernos y resolver la legalización  de estos partidos sin vacilar si no quiere que el país entre en un caos y una confusión cada vez mayor[115].
Ninguno de los ministros habló ni ese día ni los siguientes con el jefe del Gobierno. “Yo despaché con el Rey ese martes o tal vez el miércoles —no lo recuerdo— para hablar de este asunto por orden de Adolfo Suárez”, dice Martín Villa, quien después se fue de vacaciones a Badajoz. El Miércoles Santo, Gutiérrez Mellado se marchó de vacaciones a Canarias. Eso indica que la legalización del PCE estaba bajo control. ¿Cómo, si no fuera así, se explica que el vicepresidente del Asuntos de la Defensa y el responsable del orden público se ausentaran en vísperas de un acontecimiento de tal magnitud?[116]
El 6 de abril, se publica que “Si no se legaliza el Partido Comunista los partidos de la oposición podrían no participar en las elecciones” y unas declaraciones de Carrillo al respecto: “cuando nos legalicen daremos la postura del partido, que hasta el momento no ha tenido contacto alguno con el Gobierno[117].
El día 9 el gobierno recibía una respuesta favorable. Suárez decidió presentar la legalización del Partido Comunista como un hecho consumado. Hizo saber su decisión solamente al rey, al teniente general Gutiérrez Mellado (vicepresidente), a Rodolfo Martín Villa (ministro del Interior) y a Landelino Lavilla (ministro de Justicia). A los demás miembros del gobierno y al resto de la clase política y la sociedad les cogió por sorpresa.
La noticia la divulgó la agencia Europa Press, pero quien la difundió fue Radio Nacional en la voz de Alejo García[118]. “El Sábado Santo Rojo fue de absoluta normalidad. En la ciudadanía era un tema asumido”[119].
Según José María Marín, la fecha de la legalización del PCE no fue casual. Suárez era consciente tanto de la necesidad  y la urgencia de la decisión como del rechazo que despertaría en los sectores más conservadores y especialmente las Fuerzas Armadas. La legalización del PCE provocó la crisis de gobierno. Dimitió el ministro de Marina y tuvo que ser sustituido por un militar en la reserva dada la hostilidad que los militares en activo aptos para el cargo tenían hacia la política gubernamental.  El rechazo quedó plasmado, como ha hemos señalado en un comunicado del Consejo Superior del Ejército que recogía la repulsa militar[120] y que ocupó la primera plana del ABC del día 14 además de tratarse ampliamente en páginas interiores[121]
Martín Villa en 1984 señala que “la estrategia detrás de la elección de esta fecha consistía en tener al gobierno y a la clase política dispersos para evitar desórdenes y manifestaciones organizadas tanto a favor como en contra de la legalización[122]. En 2012, en una entrevista en la cadena SER declara que la fecha fue casual y que dependió de los plazos con lo cual desmiente su propia declaración anterior[123]. Esto mismo dice para El País, el 31 de marzo de 2012, "Yo mandé inscribir al PCE en el Registro de Asociaciones, pero se me olvidó firmar la orden. Lo hice en 1984". Todo el mundo creyó entonces, y sigue creyendo hoy, que la elección de esa fecha peculiar fue una jugada maestra del presidente Suárez con la intención de sorprender a los militares franquistas más recalcitrantes.[…]. No fue una cosa milimétricamente calculada. Sucedió así por pura casualidad. Fue una coincidencia”. Además revela un detalle inédito: “Yo ordené la inscripción del PCE en el Registro de Asociaciones Políticas, pero se me olvidó firmar la resolución. La firmé en 1984 delante del ministro [socialista] José Barrionuevo, cuando solicité una copia de ese documento para incluirla en un libro que yo estaba escribiendo. En ese instante me di cuenta de que no lo había rubricado en su momento[124].
Para Powell, una vez tomada la decisión, Suárez, siempre de acuerdo con el rey, llevó a cabo la legalización con precisión matemática. Se esperó a la Semana Santa, y pidió a los ministros que se ausentaran de Madrid. El Rey y la Reina  estaban de viaje oficial para evitar que, de producirse un golpe de Estado, el monarca y todo su gobierno fuesen apresados fácilmente[125].
9. El día después de la legalización.
El País del día 10 de abril señala que “La inscripción del PCE en el Registro de Asociaciones Políticas se ha producido una vez emitido el correspondiente informe por el Fiscal del Tribunal Supremo, […], oída la Junta de Fiscales Generales […]. El informe del fiscal del Reino se pronunció en el sentido de que de la documentación no se desprende dato ni manifestación alguna que determine la incriminación del Partido Comunista de España en cualquiera de las formas de asociación ilícita que define y castiga el artículo 172 del Código Penal”[126].
Lo que parecía dar una solución a una situación revolvió todo el país: se producen dimisiones, luchas por legalizar partidos que no lo habían sido como el PSUC[127] , etc. También quisieron dimitir Álvarez Arenas y algunos ministros civiles, entre ellos Carriles y Pérez de Bricio pero Osorio los disuadió con el argumento de que si dimiten “colocamos al rey en un gravísimo aprieto, quizá en una situación imposible”. Hubo dimisiones también en el segundo nivel de la administración como es el caso del subsecretario de la Marina Mercante, el admirante Enrique Amador Franco[128]. Los sectores conservadores estaban furiosos, pues pensaban, sobre todo los militares, que Suárez los había engañado. No sólo había legalizado el PCE, sino que no les había consultado previamente[129]. Algunos miembros civiles del gobierno también se sintieron igualmente molestos porque Suárez no les había informado de su decisión. Manuel Fraga Iribarne, el líder de Alianza Popular, declaró que la legalización del Partido Comunista había sido un verdadero “golpe de estado[130]. El malestar llegó hasta tal punto que el ministro de la Marina, el almirante Pita da Veiga, dimitió, en lo que Diario 16 consideró una “Marejada militar por los comunistas[131]. La Dimisión de Pita de Veiga había sido portada en el ABC y fue tratado ampliamente en la tirada del 13 de abril y se señala el rumor de que había presentado su dimisión también el ministro del Aire[132]
Se rumoreó con la posibilidad de un golpe de estado que fue incitada, en cierta forma desde El Alcázar: “Nuestras fuerzas continúan siendo, de manera indeleble, la garantía última frente a cualquier propensión al abismo[133]. Ismael Medina, expresaba un día después de este comunicado de los militares[134]: “Las Fuerzas Armadas tienen necesariamente que ser beligerantes frente al marxismo (...). Las Fuerzas Armadas españolas lucharon contra el marxismo y le vencieron. Y de esa guerra contra el marxismo, de la que fueron protagonistas las Fuerzas Armadas, nació la legitimidad del Estado, y de la Monarquía a que deben servir con la fidelidad jurada el presidente y los ministros del Gobierno, entre otros”.
Desde La Vanguardia se señala que “Inapropiadamente por la fecha. Desde anoche el Partido Comunista ya es legal” y se acompaña con un informe íntegro de la decisión, sin posicionarse. En páginas posteriores si encontramos una columna en la que se muestra la posición favorable del medio hacia la legalización: “Sin un Partido Comunista legalizado que valla a la confrontación electoral, la identidad y consistencia de los partidos socialistas ofrecerá serias dudas”. Además, en otro momento, presenta el acto como inteligente[135].
El 10 de abril, ABC, abre su periódico con el siguiente titular: "El gobierno Suárez legaliza el Partido Comunista. Carrillo y los suyos, eufóricos ¿y el resto de España?". En el texto, se comunica la legalización del Partido Comunista y se resalta que Carrillo, esté ausente. También se señala que ha sido inscrito con el número 125[136]. ABC critica que una noticia de tal envergadura llegue a la redacción por el propio Partido Comunista y no de una fuente oficial. ABC añadió que con este paso “se hiere la sensibilidad de gran parte del país, de la más sana” según afirma el periódico. ABC destaca su postura firme de la inconveniencia de proceder a legalizar en esta hora a un partido de carácter totalitario. Critica la presencia de Carrillo y Dolores Ibárruri y recuerda su presencia en la Guerra Civil. Desde su editorial expresan su discrepancia ante una medida[137].
Ruiz Gallardón en su columna de opinión del ABC habla de las posiciones del PCE hacia ciertos temas controvertidos: como es la defensa según él de los comunistas de una República federal, de su posición ante el aborto, el divorcio y su apelación a la devolución de Ceuta, Melilla a Marruecos[138].
Diario 16 da una amplia información de todo el proceso el día 11 de abril, en su portada señala en titulares “Fiesta comunista por la legalidad. La decisión del Gobierno Suárez sorprendió a la clase política al final de las vacaciones. El partido celebró la noticia en las calles”. Lo consideran “un paso decisivo hacia la democracia” y señala que “salvo los franquistas todos de acuerdo [139].
La prensa recoge en los días posteriores las declaraciones de algunas de las personalidades de la política y de cómo se había recibido la legalización. Por ejemplo La dimisión de Pita de Veiga, y las reacciones de otros militares ocuparon páginas de la Vanguardia de los días 13, 14 y 15. Además el día 15 se publicó una encuesta en la que se mostraba la opinión de la sociedad española ante la legalización[140].
El 12 de abril, bajo el titulo "La legalización", el ABC expresa el miedo que suscita la legalización en una buena parte de la sociedad y Carlos García Serrano en las páginas de ABC declara: "no tengo por democrático al Partido Comunista, ni entiendo como pretende una tenaz propaganda que sus líderes son los abanderados de la libertad. Creo que el reconocimiento oficial del PC era condición necesaria para que se tuviese por sincero al empeño del gobierno en llegar a una reconciliación nacional. El Partido Comunista tiene verdadero empeño, no en una reconciliación, sino en una revancha", y se hace la siguiente pregunta: "¿Qué entiende el PC por Monarquía fascista cuando a ella se debe la legalización de la democracia y hasta la impunidad de esos alardes propagandísticos?"[141]. También señala ese mismo día, que el domingo había tenido su primera reunión el PCE en la calle Virgen del Peligro de Madrid y había entrega un comunicado a la prensa[142].
El día 16 en la Vanguardia leemos “el tema de la legalización del Partido Comunista no solo es materia opinable, sino previsiblemente conflictiva, dado que está por ver si los eurocomunistas son capaces de atenerse a sus recientes protestas de respeto a la democracia. Pero también es cierto que dicha legalización es compatible con el anticomunismo practicante, mientras si es incompatible declararse monárquico y leal a la Corona y alentar corrientes susceptibles de abocar en movimientos sediciosos”, en relación con la dimisión de Pita de Veiga[143].
Surge aquí una cuestión fundamental: ¿por qué Suárez no informó de su decisión a los militares y a todos los miembros de su gobierno? Quizá, si lo hubiera hecho, la reacción no habría sido tan dura. En septiembre de 1976 los líderes militares habían mostrado una cierta disposición a aceptar las explicaciones de Suárez sobre la mejor forma de llevar a cabo la transición. ¿Por qué Suárez no utilizó en abril sus dotes de persuasión para convencer a las fuerzas armadas de que la legalización del PCE era el mejor  camino a seguir? Una respuesta a esta pregunta exigiría un estudio que se sale del ámbito de este trabajo. No obstante, parece como si Suárez no estuviera seguro de la reacción de los militares, probablemente pensó que si los informaba antes de la legalización, podrían organizarse y rebelarse alterando la decisión con una mínima intervención en el proceso político[144]. Probablemente pensó, que frente a hechos consumados, a los militares le sería difícil intervenir salvo jugándose todo y dando un golpe de estado. En este sentido, el papel jugado por algunos líderes militares, especialmente por Gutiérrez Mellado, fue crucial para reducir la tensión y calmar la irritación de los militares.
Muchos periódicos, como El País, Informaciones, Diario 16, Cambio 16, Pueblo, Ya, Mundo Obrero entre otros, aplaudieron la decisión de Suárez. Cuando se corrieron los rumores de un golpe de estado, todos los periódicos (excepto El Alcázar y ABC) firmaron conjuntamente un editorial en favor de la decisión del gobierno y en contra de cualquier posible intervención militar[145]. ABC como hemos señalado lo público un día después con algún comentario propio.
Los periódicos no fueron los únicos que apoyaron la decisión. La opinión pública estaba también a favor de la legalización. Una encuesta realizada por el gobierno mostraba cómo el 29% de la población estaba a favor, el 11% estaba a favor aunque con reservas, el 25% en contra y el 29% sin opinión. Sin embargo, una encuesta hecha por Cambio 16 mostraba que el 55% de los entrevistados era favorable, y un 46% pensaba que las elecciones a celebrar, serían más democráticas. Ambas encuestas demostraban que el gobierno podía contar con un considerable apoyo entre la población. 
Los comunistas jugaron un papel crucial en este proceso y su comportamiento fue ejemplar, reaccionaron con alegría contenida y el 15 de abril, el Comité Central aceptó la monarquía y la bandera.
Nada más producirse la legalización, El País  afirma que ha acabado la tregua tácita que el resto de formaciones habían concedido al PCE. En el editorial del día siguiente indica: “La situación de ilegalidad del PCE, además de una injusticia, era una torpeza bien aprovechada por el propio partido, que supo sacar de ella una rentabilidad adicional. Desde ahora va a terminar la tregua tácita que grupos de la derecha democrática y del socialismo le habían concedido, en virtud de su especial situación […].También deben tener presente (los comunistas) que son una de las muy pocas formaciones políticas que acuden a las urnas con líderes y cuadros protagonistas en la guerra civil, y que ello supone un rechazo adicional en algunos sectores de la población[146]. Ha comenzado la lucha electoral, y la memoria surge como posible trasiego de votos. El ABC “sugiere que aquellos partidos anclados en el 36 no pueden generar una alternativa viable en el 77”. Así lo expresa Cándido en ABC: “En la última ocasión me contó el padre Martín Descalzo que la media de edad de los obispos es la de cincuenta y cuatro años, y la de los dirigentes del Partido Comunista, de sesenta y uno. Quedé frío […].Este es el momento en que el Partido Comunista debe empezar su autocrítica. La Pasionaria remueve más memoria de la que ella misma tiene[147].
La experiencia de la Guerra Civil hace más difícil el olvido y casi imposible el perdón. “Lo sabe bien el búnker franquista, que no está dispuesto a administrar amnesias y amnistías después de haber luchado en el campo de batalla contra los comunistas[148]. Estos rencores se puede ver en este artículo de Luis Madrid Corcuera en el periódico El Alcázar: “Suelen perder la memoria aquellos que invocan al pueblo en aspaviento democrático, pero no quieren saber nada de su memoria. Quizás porque en la suya ya no suenan como en la del pueblo, los nombres sonoros que dejó bañados en sangre el Comunismo ateo[149].
Diario 16 considera que la reconciliación exige un gran esfuerzo, pues ambos habrán de olvidar y perdonar[150]. Esta idea queda reflejada en un editorial, titulado “El coraje de la Corona”, donde Diario 16 comprende “la crisis de conciencia” de los altos mandos militares, que ahora deben admitir la participación en el nuevo sistema político de sus antiguos enemigos[151].
La prensa de centro-izquierda está apostando por la reconciliación nacional como fuente de legitimidad democrática: “La legalización del PCE supone de forma clara y manifiesta la clausura definitiva de cuarenta años de guerra civil latente, de un período en el que nuestro país, como ocurría en ciertas sociedades tribales primitivas, se hallaba dividido entre vencedores y vencidos[152]. Es un tema recurrente: “La revancha es placer de los idiotas, porque en la historia nunca se disfruta de la revancha[153].
DIARIO 16, EL PAÍS y ABC apuestan por la reconciliación  mientras que el ABC es más tibio, y muestra su desacuerdo con la legalización comunista, aunque termina admitiendo que ésta puede ayudar a la futura convivencia democrática. El Alcázar, que defenderá la legitimidad franquista, negará la posibilidad de reconciliación y será contrario a la legalización: “La legalización se ha hecho tapando la boca a quienes vencieron al comunismo y eligiendo, como arquetipos para el retorno, a las figuras más siniestras de un pasado que creíamos superado. No hemos asistido a una legalización, sino a la toma, victoriosa, de Madrid por los miembros del PC”[154]. Considera que la reconciliación supone una traición a los principios del movimiento, por eso no duda en descalificar a Suárez de “lechuguino” que “derrotó de un plumazo a las tropas nacionales[…], con tinta de traición más que de olvido[155]. En otro titular, titulado “Gol” señala: “Más vale tener la gallardía de proclamar ante el pueblo español que un Gobierno cuya existencia se debe a una victoria sobre el comunismo, legalizaba la hoz y el martillo el mismo día que quitaba el yugo y las flechas del edificio de la calle de Alcalá, bajo cuya sombra hicieron su carrera relevantes miembros  del Gobierno”[156].
El día 15 de abril, El País responde a estas palabras con un editorial titulado “Contra la provocación”: “Quienes aspiren a la edificación de una España democrática, a salvo de la involución hacia la dictadura, no deben sólo subrayar fundamentalmente el contenido racional de sus propuestas; también tienen que saber que sus enemigos desean arrastrarles al terreno de las pasiones porque sólo a través de la provocación podrán derrotarles”.
El Diario 16, señala que “Carrillo regresó a Madrid casi clandestinamente” y dos horas antes de su llegada “voces anónimas amenazaron con poner una bomba en el aeropuerto de Barajas[157]. La policía disuelve una fiesta del PCE que se celebraba el día 14 en la explanada de la Facultad de Químicas de la Universidad Complutense de Madrid. Había más de 400 personas[158]. El 16 de abril, el PCE anuncia la aceptación de la Monarquía, la bandera bicolor[159]. El 19 de abril, se señala que en las Cortes: “No habrá pleno sobre los comunistas. El Gobierrno Suárez evitará la maniobra de más de cien procuradores de Alianza Popular, para tratar del PCE”. En este mismo número aparece publicado el “Testo integro de las cartas del ministro del Ejército” donde explica la postura del Consejo Superior sobre el PCE[160].
El 3 de mayo de 1977 el presidente del gobierno justificaba su decisión   en un mitin que presentaba su propia candidatura: “Acepto por completo la responsabilidad de esta decisión, que se fundó en dos principios básicos: el del realismo y el del patriotismo[161].
10. Conclusiones.
La legalización del Partido Comunista de España constituyó un acontecimiento fundamental pues permitió la incorporación de todas las fuerzas políticas al proceso de democratización. En este sentido, significó el éxito de la transición española; no podría haber habido plena democracia sin la participación de todos[162].
Hay que señalar que las élites jugaron un papel crucial en la Transición aunque también debemos comentar, que los partidos políticos y la opinión pública, fueron adquiriendo cada vez más importancia aunque el peso recayó en las élites, que a su vez fueron renovándose. Los militares y el Tribunal Supremo se vieron obligadas a ceder en favor de políticos dispuestos a llevar a cabo con éxito el programa de reformas[163]. También fue evolucionando la percepción que sobre los comunistas tenía la sociedad,  pasaron de ser “los villanos de la historia” a convertirse en mártires, y con este cambio de percepción sobre los actores, cambió también la naturaleza de los problemas políticos. Si los comunistas eran personas tolerantes, pacíficas y democráticas, no había ninguna razón para que no fueran legalizados. Estas nuevas percepciones que surgen a raíz de la actitud conciliadora de los comunistas jugaron un papel fundamental en el proceso de legalización del PCE. Sin embargo, su influencia habría sido muy diferente si la transición no se hubiera basado en la búsqueda del consenso a través de un proceso de reconciliación nacional entre todas las fuerzas sociales y políticas, tal y como se ha descrito en este trabajo.
La prensa jugó un papel fundamental, y como he señalado en algún momento en este trabajo, se comportó “como un parlamento del papel” y elementos de formación de opinión y aquí cabe resaltar que en abril de 1977, cuando se legalizó el PCE, la mayoría de los periódicos coincidía en calificarlo como un partido político que había demostrado su capacidad de actuar de acuerdo a las reglas del juego democrático. Este cambio en el PCE y en las percepciones que se tenían de él, fue lo que hizo posible su legalización[164].
Todos los actores del proceso que conformaron la Transición tuvieron que hacer cesiones y aplicar “olvido” y “perdón” y en este aspecto los comunistas sufrieron un desgarro interno, dado que la dirección del partido así como la mayoría de sus militantes, habían experimentado la Guerra Civil y los cuarenta años de exilio. Pero su deseo de supervivencia, la aspiración de participación en la vida pública así como el peligro de una nueva confrontación convencieron a Carrillo de que la mejor interpretación del ayer pasaba por la reconciliación[165], visión que no debemos olvidar ya mantenía el PCE en el exilio y del que dio muestras en repetidas ocasiones. Pero en abril de 1977 era Suárez quien manejaba los hilos, y quien proponía la “reconciliación” y marcaba los tiempos y él tenía claro que  no habría ruptura, sino reformismo[166].
La tensión que se vive a mediados de abril de 1977 es tan alta que la mayoría de periódicos pro-democráticos publican un editorial conjunto llamando a la serenidad. Pero si para FragaLa legalización del Partido Comunista me parece un grave error político y una farsa jurídica[167] para toda la prensa madrileña y catalana, con excepción el  ABC y el Alcázar, la legalización era un acierto[168].
Debemos destacar la abrumadora acogida del editorial común publicado con motivo de la “semana sangrienta”: fue publicado por toda la prensa diaria española, incluso por el casi siempre disonante El Alcázar. Ello da buena muestra de la importancia que se concedió durante los años de la transición a la ausencia de violencia política y al siempre presente recuerdo de la Guerra Civil. Y también, el apoyo al editorial nacido tras la legalización del PCE. Los diarios conservadores mostraron su oposición, sin embargo, el hecho de repetir la experiencia de publicar un editorial conjunto menos de tres meses después del primero ilustra bien el papel que la prensa estaba asumiendo como vehículo de la concordia[169].
El mismo rey señala que hubo tempranos contactos con el PCE prometiendo su legalización constituyen un dato imprescindible para entender el proceso[170] y es un dato más que señala lo decisivo que fue para la transición española a la democracia[171].
En una entrevista publicada en El País de Fernández Campo en 8 de noviembre de 2009[172] afirma que detrás del golpe de Estado del 23-F existió un “verdaderamente el malestar era exagerado porque se consideraba que hubo un desprecio – debo de decirlo, yo era militar también – cuando se legalizó por sorpresa el Partido Comunista”. Además que considera que “el error no fue el reconocimiento del Partido Comunista, sino en la forma de hacerlo por sorpresa”.”Más que ofensa, lo consideraron desprecio”. “Ahí comienza un malestar que se fue arrastrando”. “Los que estaban conformes con esa transformación empezaron a no estarlo tanto y creo que se fue transmitiendo ese malestar que pudo dar lugar, entre otros motivos, a un acontecimiento tan extraño y tan penoso como el golpe del 23 de febrero”. Añade que Adolfo Suárez estuvo mal aconsejado. “Mal aconsejado porque cuando yo me entrevisté con Rodolfo Martín Villa, él fue a hablar con alguien que le dijo que estaba todo solucionado. Y se equivocó”.
Martín Villa, dice que con quien habló fue con Gutiérrez Mellado y que no es que estuviera solucionado el problema, sino que Gutiérrez Mellado se encargaría del tema. Además considera que no tuvo nada que ver, este tema, de la legalización con el 23-F que fue mucho después y el tema de la legalización para entonces ya estaba asumido[173]. Para Martín Villa, sin el Partido Comunista de España y sin Carrillo “la transición hubiera sido de otra manera, y sin duda peor”[174].
35 años después, el 9 de abril de 2012 en la SER, Carrillo y Martín Villa hacen declaraciones sobre la legalización[175]. Carrillo considera que fue el día más feliz de su vida y ambos dicen que no sabían que iba a ser ese día, que fue el día que pudo hacerse. Carrillo señala que hubo varias reuniones entre él y Suárez en las que no se exigieron nada pero que ambos sabían que el PCE facilitaría la transición y que se legalizaría el PCE antes de las elecciones de 1977.
FUENTES
Prensa:
ABC (Madrid): 11-12-1976; Del 10-4 -1977 al 19-4-1977.
DIARIO 16 (Madrid): 11-12-1976; Del 1-3 -1977 al 19-4-1977.
EL ALCÁZAR (Madrid): 11-12-1976;  Del 10-4 -1977 al 19-4-1977.
EL PAÍS (Madrid): 11-12-1976; Del 10-4-1977 al 19-4-1977; 31-3-2012
PUEBLO: 11-12-1976
MUNDO OBRERO: 3-1-1977; 10-9-1977
LA VANGUARDIA: 11-12-1976; Del 1-3-1977 al 19-4-1977
Archivos Sonoro y visuales:
Entrevista de Martín Villa y Carrillo el 9 de abril de 2012 en la SER:
Entrevista con supervivientes de la “Matanza de Atocha”:
Imágenes del sepelio de las víctimas de la “Matanza de Atocha”:
Retramisión de RNE de la noticia de la legalización del PCE el 9 de abril de 1977. Archivo de RNE extraído de la web:
Imágenes y palabras de Carrillo, aceptación de la bandera y otros:
http://www.youtube.com/watch?v=cD36vrgW6Ns
Canción de Ana Belén “Veremos a Dolores” e imagen de La Pasionaria volviendo a España después de 40 años de exilio y otras imágenes:
http://www.youtube.com/watch?v=Nb6LhF6UAyE&feature=related
Imágenes y voz de La Pasionaria y entrevista a su hija:
http://www.youtube.com/watch?v=69nkBmLSw1I
Otros:
Constitución Española de 1978

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[1] ZUGASTI AZAGRA, R: “La  Prensa como Actor Colectivo en La Transición Española a La Democracia. El Ejemplo de Los Dos Editoriales Conjuntos de 1977”. Revista RE – Presentaciones Periodismo, Comunicación y Sociedad. Escuela de Periodismo Universidad de Santiago. Año 2, Número 4 (enero-junio 2008) pp. 28
[2] ZUGASTI, R.: La Forja de una Complicidad. Monarquía y Prensa en la Transición Española (1975-1978). Madrid. Fragua. 2007
[3] ALFÉREZ, A. Cuarto poder en España. La prensa desde la ley Fraga 1966. Barcelona. Plaza&Janés. 1986
[4] ZUGASTI.R: “El Papel de la Prensa en la construcción de la Democrácia española: de la muerte de Franco a la Constitución de 1978. Revista CONfines 4/7(enero-mayo 2008). Pp 54-55
[5] artículo 20  de la Constitución Española de 1978.
[6] ZUGASTI. R:“El Papel de la Prensa en la construcción de la Democrácia española: de la muerte de Franco a la Constitución de 1978. Revista CONfines 4/7(enero-mayo 2008). Pág 55
[7] PALACIO, M. Historia de la televisión en España. Barcelona: Gedisa. 2001 pp 91-121.
[8] ZUGASTI. R:“El Papel de la Prensa en la construcción de la Democrácia española: de la muerte de Franco a la Constitución de 1978. Revista CONfines 4/7(enero-mayo 2008). Pp 58-59
[9] ZUGASTI AZAGRA, R: “La  Prensa como Actor Colectivo en La Transición Española a La Democracia. El Ejemplo de Los Dos Editoriales Conjuntos de 1977”. Revista RE – Presentaciones Periodismo, Comunicación y Sociedad. Escuela de Periodismo Universidad de Santiago. Año 2, Número 4 (enero-junio 2008) pág. 32
[10] ARDANAZ, N: “Los discursos políticos televisivos durante la transición española”.
http://www.publicacions.ub.edu/bibliotecaDigital/cinema/filmhistoria/Art.Ardanaz.pdf
[11] El País 31 de marzo de 2012
[12] LARA GALISTEO, J.: “La prensa en la Transición Española. La problemática legalización del PCE” Revista de Claseshistoria nº 237 (2011) pág. 16
[13] El País 31 de marzo de 2012
[14] VARELA-GUINOT, H: “La legalización del partido comunista de España: Élites, opinión pública y símbolos en la transición española”.  Revista Estudio/Working Paper nº8 (Junio 1990). Pág. 8.
[15] http://www.cadenaser.com/espana/audios/tertulia-sabios/csrcsrpor/20120409csrcsrnac_11/Aes/
[16] http://www.cadenaser.com/espana/audios/tertulia-sabios/csrcsrpor/20120409csrcsrnac_11/Aes/
[17] MARÍN, J.M, MOLINERO C.  y  YSÀS P.: Historia Política de España 1939-2000 Madrid. Istmo. 2001. pp. 267-268
[18] MARÍN, J.M., MOLINERO C.  y  YSÀS P.: Historia Política de España 1939-2000 Madrid. Istmo. 2001. Pp. 269-270
[19] MARÍN, J.M., MOLINERO C.  y  YSÀS P.: Historia Política de España 1939-2000 Madrid. Istmo. 2001. Pp. 271
[20] Se puede oír declaraciones de supervivientes en http://www.youtube.com/watch?v=_sRX21_T2WQ&feature=endscreen&NR=1
[21] MARÍN, J. M., MOLINERO C.  y  YSÀS P.: Historia Política de España 1939-2000 Madrid. Istmo. 2001 pp 271-272
[22] Se pueden ver imágenes del acontecimiento y además se ven declaraciones sobre los hechos de Carrillo y Osorio http://www.youtube.com/watch?v=SVajaLYSqX0&feature=related
[23] LARA GALISTEO, J.: “La prensa en la Transición Española. La problemática legalización del PCE” Revista de Claseshistoria nº 237 (2011) pág 16
[24] CLAUDÍN, F.: “La cumbre eurocomunista de Madrid”, Triunfo, 735, (1977), pp. 10-11.
[25] http://www.cadenaser.com/espana/audios/tertulia-sabios/csrcsrpor/20120409csrcsrnac_11/Aes/
[26] MARÍN, J. M., MOLINERO C.  y  YSÀS P.: Historia Política de España 1939-2000. Madrid. Istmo. 2001 pp 272
[27] El periodista Alejo García de Radio Nacional de España, narraría con voz titubeante tal hito histórico: “Señoras y señores, hace unos momentos fuentes autorizadas del Ministerio de Gobernación han confirmado que el Partido Comunista... perdón... que el Partido Comunista de España ha quedado legalizado e inscrito en el... perdón...” (Archivo de RNE extraído de la web: http://fonotecaderadio.com/html/pcelegal.html).
[28] Mundo Obrero, 10 abril 1977
[29] http://www.youtube.com/watch?v=Nb6LhF6UAyE&feature=related
[30] VARELA-GUINOT, H: “La legalización del partido comunista de España: Élites, opinión pública y símbolos en la transición española”.  Revista Estudio/Working Paper nª8 (Junio 1990). Página 1.
[31] POWELL,  C.T: El Piloto del cambio. El rey, la Monarquía y la Transición a la democracia. Barcelona. Planeta. 1991
[32] POWELL,  C.T: El Piloto del cambio. El rey, la Monarquía y la Transición a la democracia. Barcelona. Planeta. 1991
[33] PREGO, V: “I. Adolfo Suárez. La apuesta del Rey (1976-1981)” en PREGO, V: Presidentes. Veinticinco años de historia narrada por los cuatro jefes de gobierno de la democracia. Barcelona, Plaza & Janés, 2000. pp. 57- 66
[34] VARELA-GUINOT, H: “La legalización del partido comunista de España: Élites, opinión pública y símbolos en la transición española”.  Estudio/Working Paper 1990/8 (Junio 1990) pp 8 y 9
[35] Cambio 16, nº 226: 5-11 abril 1976
[36] VARELA-GUINOT, H: “La legalización del partido comunista de España: Élites, opinión pública y símbolos en la transición española”.  Estudio/Working Paper 1990/8 (Junio 1990)  Pp 9 y 10
[37] PREGO, V: “I. Adolfo Suárez. La apuesta del Rey (1976-1981)” en PREGO, V:  Presidentes. Veinticinco años de historia narrada por los cuatro jefes de gobierno de la democracia. Barcelona, Plaza & Janés, 2000, pp. 57- 66
[38] POWELL,  C.T: El Piloto del cambio. El rey, la Monarquía y la Transición a la democracia. Barcelona. Planeta. 1991
[39] http://www.youtube.com/watch?v=cD36vrgW6Ns
[40] Hay que recordar que hasta la época de Anguita, no se volvió a poner sobre la mesa de PCE  la opción republicana.
[41] PREGO, V: “I. Adolfo Suárez. La apuesta del Rey (1976-1981)” en PREGO, V: Presidentes. Veinticinco años de historia narrada por los cuatro jefes de gobierno de la democracia. Barcelona, Plaza & Janés, 2000, pp. 57- 66
[42] FERNÁNDEZ, C. Los militares en la transición política. Barcelona: Argos Vergara. 1982 pág 156
[43] El Alcázar, 14 de abril de 1977.
[44] A finales de octubre de 1936, Santiago Carrillo era consejero de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid y ordenó el traslado de  prisioneros de Madrid a Valencia. Unos piquetes incontrolados ejecutaron a los prisioneros y la propaganda franquista señaló a Carrillo responsable, aunque nadie ha podido probarlo. Carrillo lo niego y hay mucha controversia sobre el tema que se sale del objetivo de este trabajo.
[45] LARA GALISTEO, J.: “La prensa en la Transición Española. La problemática legalización del PCE” Revista de Claseshistoria nº 237 (2011) pág. 14
[46] VARELA-GUINOT, H: “La legalización del partido comunista de España: Élites, opinión pública y símbolos en la transición española”.  Estudio/Working Paper 1990/8 (Junio 1990) pp. 13 Y 14
[47] El País 31 de marzo de 2012
[48] El País 31 de marzo de 2012
[49] El País 31 de marzo de 2012
[50] La legalización del PCE motivó la dimisión, el 11 de abril, del ministro de Marina, el almirante Pita da Veiga que fue sustituído por Pascual Pery Junquera. Dimitieron también Enrique Amador (subsecretario de la Marina Mercante), Luis Mayans (director general de Navegación) y los procuradores de Cortes y tenientes generales Galera Paniagua, Lacalle Larraga y Días Benjumea.
[51] MATEO FABRÓ, M. “El Partido Comunista de España” en La idea de España a finales del s.XX: El nacionalismo español desde la Transición. Tesis doctoral. 2003. Pp 21
[52] VILLALONGA, J.L.: El rey. Conversaciones con D. Juan Carlos I de España. Barcelona. Plaza&Janés. 1993. Pág 127
[53] ZUGASTI AZAGRA, R: “La  Prensa como Actor Colectivo en La Transición Española a La Democracia. El Ejemplo de Los Dos Editoriales Conjuntos de 1977”. Revista RE – Presentaciones Periodismo, Comunicación y Sociedad. Escuela de Periodismo Universidad de Santiago. Año 2, Número 4 (enero-junio 2008) pp. 32-33
[54] Entrevista de ZUGASTI AZAGRA con Miguel Ángel Aguilar. Madrid, 30 de octubre de 2003  en ZUGASTI AZAGRA, R: “La  Prensa como Actor Colectivo en La Transición Española a La Democracia. El Ejemplo de Los Dos Editoriales Conjuntos de 1977”. Revista RE – Presentaciones Periodismo, Comunicación y Sociedad. Escuela de Periodismo Universidad de Santiago. Año 2, Número 4 (enero-junio 2008) pág 33
[55] OLMOS, V.; Historia del ABC. 100 años Clave en la Historia de España. Barcelona. Plaza&Janes. 2002 pág 544
[56] ABC 17 de abril de 1977
[57] El Alcázar 16 de abril de 1977
[58] Entrevista de ZUGASTI AZAGRA con Sabino Fernández Campo. Madrid, 26 de abril de 2004 en ZUGASTI AZAGRA, R: “La  Prensa como Actor Colectivo en La Transición Española a La Democracia. El Ejemplo de Los Dos Editoriales Conjuntos de 1977”. Revista RE – Presentaciones Periodismo, Comunicación y Sociedad. Escuela de Periodismo Universidad de Santiago. Año 2, Número 4 (enero-junio 2008) pp. 35
[59] El País 31 de marzo de 2012
[60] ALONSO DE LOS RIOS, C. “Negociar con o sin Carrillo”, Triunfo, 727, (1977), pp. 6-9.
[61] MARAÑÓN, G.: Adolfo Suárez. Historia de una ambición, Barcelona. Planeta. 1979, pág. 336.
[62] LARA GALISTEO, J.: “La prensa en la Transición Española. La problemática legalización del PCE” Revista de Claseshistoria nº 237 (2011) pp 12-13
[63] El País 10 de abril de 1977
[64]VARELA-GUINOT, H: “La legalización del partido comunista de España: Élites, opinión pública y símbolos en la transición española”.  Estudio/Working Paper 1990/8 (Junio 1990)  Pág 14
[65] Cambio 16 18 de abril de 1977
[66] VARELA-GUINOT, H: “La legalización del partido comunista de España: Élites, opinión pública y símbolos en la transición española”.  Estudio/Working Paper 1990/8 (Junio 1990)  Pág 14
[67] El Alcázar, 11 de diciembre de 1976
[68] Diario 16, 11 de diciembre de 1976
[69] VARELA-GUINOT, H: “La legalización del partido comunista de España: Élites, opinión pública y símbolos en la transición española”.  Estudio/Working Paper (1990/8 Junio 1990)  Pág 15
[70] MARTIN VILLA, R.  Al servicio del Estado. Barcelona: Planeta. 1984 pág 58
[71] VARELA-GUINOT, H: “La legalización del partido comunista de España: Élites, opinión pública y símbolos en la transición española”.  Estudio/Working Paper 1990/8 (Junio 1990)  pp 15-16
[72] Diario 16, 23 de diciembre de 1976
[73] Mundo Obrero  número 45. Enero 1977.
[74] Pueblo, 11 de diciembre de 1976
[75] Cuadernos para el Diálogo, 197: 5-11 de febrero de 1977
[76] Martín Villa, R. Al servicio del Estado. Barcelona: Planeta. 1984. Pág. 62
[77] PINILLA GARCÍA, A: “Las caras de la Memoria. El caso de la legalización del PCE”. Revista Historia del Tiempo Presente de la Universidad de Extremadura.( 2008) Pág. 7
[78] ANDRADE BLANCO, J.A.: “Renuncias y abandonos en la evolución ideológica durante la transición a la democracia: una propuesta para el estudio del IX Congreso del PCE y el Congreso Extraordinario del PSOE”, en Revista de Historia Actual On-line, número 8, ( 2005), pp. 43-50.
[79] PINILLA GARCÍA, A: “Las caras de la Memoria. El caso de la legalización del PCE”. Revista Historia del Tiempo Presente de la Universidad de Extremadura.( 2008)  Pp 7 y 8
[80] En esta página podemos oír su voz y además ver su llegada a España después del largo exilio. http://www.youtube.com/watch?v=69nkBmLSw1I..
[81] Diario 16 13 de abril de 1977
[82] PANTOJA CHAVES, A. “El discurso político de Santiago Carrillo durante la Transición Aplicaciones metodológicas”. Revista Tejuelo, número 7 (2010), pág. 145.
[83]  POWER, C. T: “La dimensión exterior de la transición española”. Afers Internacionals, número 26,  (1993) pp. 42-43
[84] POWER, C. T: “La dimensión exterior de la transición española”. Revista CIDOB d'Afers Internacionals, nº 26, 1993 , pág 43
[85] MATEO FABRÓ, M. “El Partido Comunista de España” en La idea de España a finales del s.XX: El nacionalismo español desde la Transición. Tesis doctoral. 2003. Pp 18-20
[86] VARELA-GUINOT, H: “La legalización del partido comunista de España: Élites, opinión pública y símbolos en la transición española”.  Estudio/Working Paper 1990/8 (Junio 1990)  Pág 9
[87] POWER, C. T: “La dimensión exterior de la transición española”. Revista CIDOB d'Afers Internacionals, nº 26, 1993 , pág 43-44
[88] POWER, C. T: “La dimensión exterior de la transición española”. Revista CIDOB d'Afers Internacionals, nº 26, 1993 , pág 45
[89] Diario 16 11 de abril de 1977
[90] POWER, C. T: “La dimensión exterior de la transición española”. Revista CIDOB d'Afers Internacionals, nº 26, 1993 , pág 53
[91] VARELA-GUINOT, H: “La legalización del partido comunista de España: Élites, opinión pública y símbolos en la transición española”.  Estudio/Working Paper 1990/8 (Junio 1990)  Pág 10
[92] VARELA-GUINOT, H: “La legalización del partido comunista de España: Élites, opinión pública y símbolos en la transición española”.  Estudio/Working Paper 1990/8 (Junio 1990)  Pág 10
[93] MORAN, G.  Adolfo Suárez. Historia de una ambición. Barcelona: Planeta.1979. pp 335-336
[94] VARELA-GUINOT, H: “La legalización del partido comunista de España: Élites, opinión pública y símbolos en la transición española”.  Estudio/Working Paper 1990/8 (Junio 1990)  Pág 11
[95] LARA GALISTEO, J.: “La prensa en la Transición Española. La problemática legalización del PCE” Revista de Claseshistoria nº 237 (2011) pp 12-13
[96] Diario 16 13 de abril de 1977
[97] ZUGASTI AZAGRA, R: “La  Prensa como Actor Colectivo en La Transición Española a La Democracia. El Ejemplo de Los Dos Editoriales Conjuntos de 1977”. Revista RE – Presentaciones Periodismo, Comunicación y Sociedad. Escuela de Periodismo Universidad de Santiago. Año 2, Número 4 (enero-junio 2008) pág 29
[98]VARELA-GUINOT, H: “La legalización del partido comunista de España: Élites, opinión pública y símbolos en la transición española”.  Estudio/Working Paper 1990/8 (Junio 1990)   Pp 17-18
[99] LARA GALISTEO, J.: “La prensa en la Transición Española. La problemática legalización del PCE” Revista de Claseshistoria nº 237 (2011) pág 17
[100] ABC 26 de enero de 1977
[101] La Vanguardia 24 de enero de 1977
[102] El País 25 de enero de 1977
[103] LARA GALISTEO, J.: “La prensa en la Transición Española. La problemática legalización del PCE” Revista de Claseshistoria nº 237 (2011) pág 17
[104] HUNEEUS, C. La Unión de Centro Democrático y la transición a la democracia en España. Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas. Siglo XXI. 1985
[105] Diario 16 1 de abril de 1977
[106] La Vanguardia,9 de marzo de 1977
[107] Diario 16 9 de marzo de 1977
[108]Diario 16  8 de marzo de 1977 
[109] Diario 16 11 de marzo de 1977
[110] Diario 16 19 de marzo de 1977
[111] La Vanguardia 23 de marzo de 1977
[112] La Vanguardia 25 de marzo de 1977
[113] La Vanguardia 27 de marzo de 1977
[114] La Vanguardia 3 de abril de 1977
[115] Diario 16 3 de abril de 1977
[116] El País 31 de marzo de 2012
[117] La Vanguardia 6 de abril de 1977
[118] http://fonotecaderadio.com/html/pcelegal.html
[119] El País 31 de marzo de 2012
[120] MARÍN, José María, MOLINERO Carme  y  YSÀS Pere: Historia Política de España 1939-2000. Madrid. Istmo. 2001 pp 272-274
[121] ABC 14 de abril de 1977
[122] MARTÍN VILLA, R.. Al servicio del Estado. Barcelona: Planeta. 1984 pág 66
[123] http://www.cadenaser.com/espana/audios/tertulia-sabios/csrcsrpor/20120409csrcsrnac_11/Aes/
[124] El País 31 de marzo de 2012
[125] POWELL,  C. T: El Piloto del cambio. El rey, la Monarquía y la Transición a la democracia. Barcelona. Planeta. 1991
[126] El País 10 de abril de 1977
[127] Diario 16 de 13 de abril de 1977
[128] ABC 14 de abril de 1977
[129] VARELA-GUINOT, H: “La legalización del partido comunista de España: Élites, opinión pública y símbolos en la transición española”.  Estudio/Working Paper 1990/8 (Junio 1990)   Pág 20
[130] Declaraciones publicadas en varios periódicos, como Informaciones, Pueblo o El Alcázar.
[131] Diario 16 13 de abril de 1977
[132] ABC 13 de abril de 1977
[133] El Alcázar, 14 de abril de 1977
[134]  El Alcázar 15-de abril de 77
[135] La Vanguardia 10 de abril de 1977
[136] ABC 10 de abril de 1977
[137] ABC 10 de abril de 1977
[138] ABC 10 de abril de 1977
[139] Diario 16 11 de abril de 1977
[140] La Vanguardia 15 de abril de 1977
[141] ABC 12 de abril de 1977
[142] ABC 12 de abril de 1977
[143] La Vanguardia 16 de abril de 1977
[144] VARELA-GUINOT, H: “La legalización del partido comunista de España: Élites, opinión pública y símbolos en la transición española”.  Estudio/Working Paper 1990/8 (Junio 1990)   Pág 21
[145] ABC 16 de abril de abril de 1977
[146] El País, 10 de abril de 1977
[147] ABC, 16 de abril de 1977
[148] PINILLA GARCÍA: “Las caras de la memoria. El caso de la Legalización del PCE.  Revista Historia del Tiempo Presente de la Universidad de Extremadura (2008) pág.10
[149] El Alcázar 23 de abril de 1977
[150] PINILLA GARCÍA: “Las caras de la memoria. El caso de la Legalización del PCE. Revista Historia del Tiempo Presente de la Universidad de Extremadura. (2008) pág.10
[151] Diario 16, 13 de abril de 1977
[152] Diario 16, 19 de abril de 1977
[153] Diario 16, 18 de abril de 1977
[154] El Alcázar 16 de abril de 1977
[155] El Alcázar 11 de abril de 1977
[156] EL Alcázar11 de abril de 1977
[157] Diario 16 13 de abril de 1977
[158] Diario 16 15 de abril de 1977
[159] Diario 16 16 de abril de 1977
[160] Diario 16 19 de abril de 1977
[161] Suárez, A. 1978. Un nuevo horizonte para España. Discursos del Presidente del Gobierno. 1976-1978. Madrid: Servicio Central de Publicaciones. 1978 pág 103
[162] VARELA-GUINOT, H: “La legalización del partido comunista de España: Élites, opinión pública y símbolos en la transición española”.  Estudio/Working Paper 1990/8 (Junio 1990). Página 23.
[163] VARELA-GUINOT, H: “La legalización del partido comunista de España: Élites, opinión pública y símbolos en la transición española”.  Estudio/Working Paper 1990/8 (Junio 1990). Página 23.
[164] VARELA-GUINOT, H: “La legalización del partido comunista de España: Élites, opinión pública y símbolos en la transición española”.  Estudio/Working Paper 1990/8 (Junio 1990).Pág 2.
[165] PINILLA GARCÍA.A: “Las caras de la memoria. El caso de la Legalización del PCE. Revista Historia del Tiempo Presente de la Universidad de Extremadura.(2008).  Pág 17
[166] ANDRADE BLANCO, J.A.: “Renuncias y abandonos en la evolución ideológica durante la transición a la democracia: una propuesta para el estudio del IX Congreso del PCE y el Congreso Extraordinario del PSOE”, en Revista de Historia Actual On-line, nº8 (2005)
[167] Diario 16 13 de abril de 1977
[168] Diario 16 13 de abril de 1977
[169] ZUGASTI AZAGRA, R: “La  Prensa como Actor Colectivo en La Transición Española a La Democracia. El Ejemplo de Los Dos Editoriales Conjuntos de 1977”. Revista RE – Presentaciones Periodismo, Comunicación y Sociedad. Escuela de Periodismo Universidad de Santiago. Año 2, Número 4 (enero-junio 2008) pp 35-36
[170] VILLALONGA, J.L.: El rey. Conversaciones con D. Juan Carlos I de España. Barcelona. Plaza&Janés. 1993
[171] TUSELL, J: “La transición a la democracia en España como fenómeno de Historia política”. Revista Ayer nº15 (2003) pág 61
[173] http://www.cadenaser.com/espana/audios/tertulia-sabios/csrcsrpor/20120409csrcsrnac_11/Aes/
[174]http://www.cadenaser.com/espana/audios/tertulia-sabios/csrcsrpor/20120409csrcsrnac_11/Aes/

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