Adiós Keso.
Hoy, después de más de 11 años,
ya no estás con nosotros. Recuerdo el primer día que llegaste y te dormiste
encima de mi pie, eras poco mayor que él; tus carreras y ganas de jugar; cuando
íbamos al veterinario y no consentías salir si yo no lo hacía, por mucho que te
diera miedo; como perseguías a Dama, la gata que nos acompañó durante 15 años,
por toda la casa y como ella te provocaba para terminar los dos juntos
durmiendo; aquella vez que estuve enfermo y tuve que guardar cama tres meses y
ninguno de los dos os separasteis ni un momento de mi lado…
Aunque tú vas a descansar junto a
un cerezo en Lozoyuela, muy cerca de
nosotros, quiero imaginar que por fin, puedes volver a correr por un campo
verde y lleno de árboles, donde habrá toda la comida del mundo y no estaremos
nosotros para controlarte. Probablemente nos buscarás y no entenderás porque no
estamos junto a ti, como hace un momento, cuando te dormiste mientras te acariciábamos
y te decíamos lo felices que nos has hecho y dándote las gracias por todos los
momentos que nos has regalado.
No temas y corre. Corre y salta por el prado
verde, detrás de Dama y Clay y no mires
atrás. Algún día apareceré y correremos juntos pues aunque no estoy seguro que
haya cielo, lo que sí sé, es que no puedo imaginar uno, en el que tú no estés.
No hay comentarios:
Publicar un comentario